martes, 20 de mayo de 2008

(IX)




“Don`t leave me high
don`t leave me dry”
Radiohead

Y si ahora me tomara de la mano? Si en vez de gritar y llorar, de mearse en los pantalones me tomara la mano?, supongo que nada cambiaria, la suerte esta echada desde el principio porque... es tan difícil, por más que se mire la tele y se vaya a misa y el libre albedrio y el cielo, el perdón, la reencarnación, otros sueños, se lea los manifiestos, la vida esta fuera de todo eso, como sus ojos ahora oscuros y húmedos goteando por mi mano.

Debería callarlo ahora, pero sigo esperando algo, que se abra el cielo quizás, que los ángeles, que el infierno, que el tiempo, que su mano. Gira, rescátame; en el fondo lo grito, no tan en el fondo, ni tan sobretodo, pero lo grito y sus ojos ven mi grito, no susurres perdón, ¿y si me tomara la mano ahora?

Fallamos a nuestras promesas, el miedo nos llena los bolsillos, la negra gimió dulcemente, sabia lo que haría, sabia lo que tenia que hacer, su miedo no seria el mío, escápate pajara de mi mano le cante al oído mientras mi lagrima y su sangre y su boca se mezclaban con su risa y su lagrima y su sangre y la mía todo revuelto en el suelo, roto, todo roto, roto hasta la medula, sentir la trizadura de las paredes mientras esperábamos, mientras el miedo otra vez de ella, y mi boca entonces apagándose en su frente y mi mano nuevamente cobarde cuchillo caliente sobre su pecho que gime y llora la misma lagrima que me cae negra, negra.
Entonces no son mis brazos los que la recogen, y cada trozo es mi culpa y mi miedo y el suyo escrito fuera de todo argumento por pensar, todo es mi idiotez y la suya, la cobardía que nos hace humanas negra, que nos convierte en demonios, que nos hace tan humanas que solo me queda desgarrarme los pezones y llorarte un rato largo negra, sentirte escurrir en mis brazos negra
Como mi vida
Como la tuya
Como la de todos.

jueves, 20 de marzo de 2008

5 segundos (VIII)

Mírame fijamente, como por primera vez, nunca podrás saber cuanto te amo, y que tu boca cerrada, si bien no significa nada, no es hiriente, no duele, no quema, no me hace querer cerrar los ojos y que se me llenen, tu sabes, de lágrimas.
no cierres los ojos, hazlo por mi, no recuerdo mucho del camino, pero aun es tu perfume el que se confunde con el mio y se me queda en la nariz, tu pelo tras la lluvia, infiel como el ala de los pájaros infieles, tu mano sobre tantas manos y tus ojos cerrados eternamente, desde todo lo ensortijado primero, cayendo hasta mi hombro de niña que sabes bien tu que llora más de lo que aparenta, que se vuelve y revuelve sumisamente ante tus dedos que se descuelgan por mi pelo.
¿por qué no podías ser sólo mía? mi pequeña, mi luminosa, la que se desprende de todas las paredes y me quema la garganta lo justo, lo vivo...
Vuélvete paloma, donde nunca pueda verte, y mi mano no tenga que desgarrar tu piel por miedo, por escoger, eso otro, que nos callemos, que nos callen, que me callen, todo ligero infierno. tus pupilas que se cierran y se abren, el ligero correr de tu corazón mientras la lagrima, mientras tus parpados se cierran, pero no, no.
no mi bien no, ábrelos otro momento, dame algo de esperanza, dame algo de lucha, que ese otro que te cae sea sólo un sueño y yo siga siendo tan estúpida como siempre, no cierres los ojos, mírame eternamente, como si algo fuera plausible, algo valiese la pena. no me rompas los brazos que ya dejaste hecha girónes mi lengua y mis parpados, mi lengua, mis labios, dudame un poco, perdóname negra, perdóname.

miércoles, 27 de febrero de 2008

La luz mientras dormias (VII)




Esta puta luz me tiene hinchado los ojos, conviene mirar por lo bajo, mirarte la boca, verla brillar ligeramente, temblar un poco, los pelos negros y mojados sobre el hombro, no puedo soltar tu mano, creer que tenga este sabor en la boca y no sea el tuyo, que no pueda tomarte la mano madre, sin pensar en que tus ojos callados me miraran con odio otra vez.
Esta puta luz se cuela por la ventana, y ya sabes cuanto odio el sol madrecita. Tanta blancura me da miedo, tanto olor a blancura me eriza la espalda; y tu que no quieres abrir los ojos y yo que debo irme antes que tu esposo llegue, mírame una vez. sólo una vez, que sea la última, con esos ojos que me perdonaban cuando era niña, con esos ojos que hacían todo más fácil, hasta que se quebraron y se fueron a negro cuando nunca más volvió y se tornaron grises cuando leíste mis cuadernos y me dijiste enferma, y te quebraste en llanto mientras me abrazabas y yo casi susurrando mientras tus lágrimas y las mías se mezclaban, diciéndote que estaba bien, que todo estaba bien, y casi podía sentir como se volvía a quebrar todo por dentro, como caían trozos como pintura de las paredes, como todo se volvía sutilmente gris, incluso tu piel, que tuve que ver agrietarse apretada contra tu pecho, contra lo real, mientras los autos corrían por la calle y también esa puta luz se colaba por la ventana tratando de iluminar no sé que, tratando de esclarecer no sé qué, si tus ojos mujer o mi deseo niña, nunca volveré a abrir esa cortina.

Abre los ojos,
abre los ojos lentamente, hazme saber que todavía existo. Siento esos pasos que se acercan, abre los ojos, ábrelos para que sepas lo que voy a hacer, para que entiendas lo que voy a hacer, para que me pidas perdón ahora tú, para que llores otra vez conmigo, y tu mano se pose gris y triste sobre la mía, para que muerdas tu labio como esa noche, cuando te dije lo que tu hombre respiraba en mi oído mientras dormías, siempre al amanecer, al llegar o al salir, el mismo miedo blanco al sentir los pasos, la mano en el picaporte. Esa puta luz que se colaba una y otra vez sobre las nubes de mi almohada.