martes, 20 de noviembre de 2007

Nocturna (VI)




Debemos seguir negra. Disparar los últimos cartuchos e irnos. No mirar las piernas tibias y húmedas de ellos que se ríen mientras nos miran desde el cielo. Los colmillos están afilados y la boca llena de espuma, de hambre; somos perras, negra, que no te de miedo pronunciarlo. Lo que les cuelga los hace fenomenales, les da función, sentido, odio, pena, los hace pequeños, niños, graciosos y sobretodo tristes; su justificación es precaria, centimétrica.

¿y nuestro vacío? me preguntas negra llena ya de toda la hierba que es gris en nuestros pulmones. Siempre has sido romántica, tu y tus ojos de aceituna. El vacío me preguntas, como si algo no fuera en mi duda, proposición o cuchillo.

El vacío nos hace igual de tristes en el fondo negra, nos da dolor y es lo odiado o lo querido o lo que se desprecia. Lo que se ansía es ese vació tuyo o mio negra, que tu llenas de mano, lengua y aire adolorido cuando se te olvida lo que somos. Como ahora linda, que tu pelo se revuelve en mis pantalones mugrientos y el viento nos seca la cara y yo tomo la botella de tu mano para creer que sí pertenecemos a algo medianamente sincero.

Pronto el fuego se acabara. Aquí la noche es larga y fría, el auto está tan lejos que no lo vemos y debemos seguir cavando, buscarle nuevo hogar a este cuerpo frío y triste que nos espera, que nos ansía, que nos sigue mirando.

sábado, 29 de septiembre de 2007

Mosh (V)




"En la mosh logramos un equilibrio, un balance, cada uno moviendose y saltando sin que al parecer existiera alguien a tu lado, pero a la vez existiendo en todos"
Castillo

Los ojitos pintados del Jita se clavan en mi cada 5 minutos, a pesar de que estemos todos saltando, embriagados del ruido, borrachos de la euforia que es sentirse lejos, de estar fuera y dentro al mismo tiempo, de querer pertenecer alejándose, jadeando, con las manos en alto, hombro a hombro y todo el sonido de relámpago que emana y que fluye y mucha hierba también y los pulmones y todo se enreda y nos hace tropezar, como esto, como aquello, hasta que al fin me siento en el suelo y un poco lejos de todo mientras siguen pasando sin mi, que estoy con la caja en la mano y los ojos del Jita, que ahora supe le dicen Jita, porque es como gitano, le dicen y yo me río, y él abre entonces todos los ojos y los dientes, me habla con su propia caja y sus cadenas sobre sus cadenas y que su papá y su mamá, y dios y que hace lo que se puede, que a veces eso no es suficiente, y todo moica en el escenario y más relámpago, más todo por todo.
¿que pensara en el fondo que va hacer?
Todo libertario y revolucionario el pelo, las uñas, los ojos, tan antisísmico, quieto, inmóvil dentro de sus parametros amplios, inerte, le digo, sólo inerte, pero mi lengua negra es la que lo mira con tanto cuchillo a sus ojitos aceitosos, tan inútil le digo, pero él sólo risa y abrazarme un poco, quedarse callado un rato, mientras todo gira como la galaxia en medio de la cancha, en mi cabeza, mis greñas que la negra cada tanto trata de peinar como una muñeca, pero yo nunca aguanto 5 minutos y en los otros 10 es todo risa y otra forma de cíclopes de voz aguda, riendo, casi gritando.
Entonces me toma la mano
Y yo como dormida, entre la tierra y lo negro, su boca que me busca mientras tanto humo y relámpago, se despega una y otra vez de mis pupilas, el vestido que me tiembla, el jita y su mano en mi escote, sobándome las tetas húmedas de saltar y volar entre todo relámpago, el jita y su dedo en mi entrepierna, como buscándome; tan lleno de valor rebelde, de moica y vocesita obscena.
Cuando la negra le patea la cara un rastro de sangre me cae en la mejilla, no atino más que a reír mientras la negra y el callejón y la cabeza del Jita que rebotan y caen, se levantan y vuelven a caer, con luces a lo lejos haciendo truenos, sonando todo vidrio y piedra, la cabeza del Jita cae otra vez. Y todo es como odio, la negra y un montón de piedras contra el Jita haciendo relámpago entre mi risa y el rumor de un agua que cae por la espalda fría, roja
del jita, de la negra, la mía y van a llenar un charco sucio, que no tiene nombre, que no tiene cruz, que apenas se ubica en tiempo y espacio.

martes, 18 de septiembre de 2007

Corre (IV / in a sentimental mood / STP [ponga play 1º])



Corre, no dejes de correr
Las piedras que saltan son sólo piedras, y el agua y el frio y las voces tambien son sólo piedras.
Lo que te cae sobre la piel, lo que rasga, lo que te hace gotear, lo que te duerme, en la carretera, en la plaza, todo es sólo piedra. Esa agitación en el pecho, esa mania roja goteando por el pantalón, por la falda... todo piedra, duro, vulgar, siempre goteando, y si todo es ligera voz es porque tu voz me va llenando todo lo dulce que me queda entre la piedra y lo frio que me tapiza las arterias, el bolso, la mano. Tus pestañas brujas, llenas demasiado de piedra y tierra, ¿que nos cae por las gargantas entonces? sino es todo piedra y lo mortal que nos corre el rimel, que nos delira y nos hace gritar en tonos agudos mientras él ahora se rie un poco de mi lágrima mientras su lengua es la que cae por tu pezon y acaricia todo lo sucio agitadamente opaco y piedra que es tu piel en este momento; mientras su risa me vuelve un poco más perra, un poco más ruidosa, menos respetuosa de todo esto jurado en piedra, todo piedra y las ganas de correr mientras mi lagrima y su lengua y su boca te corrompe la piel oscura y tus ojos son cerrados pero mi mano y tu pelo y tu y la agonia rabiosa por ese otro, que no es mi piel, que no es mi forma, que no es mi ausencia, agitadamente todo piedra, vertiginosamente piedra en una manera sentimental, de un modo que lo rojo que me queda adentro se vuelve ligera agua y entonces el corte me arranca un gemido y tu ocultas la mirada toda piedra en una manera sentimental, la unica canción que gira y gira en el cuarto del cabrón, nunca más pequeña, nunca más... todo se acabo, todo se acabo
in a sentimental mood

lunes, 3 de septiembre de 2007

Restos en la alfombra (III)

Creemos que Dios está de nuestra parte, lo sentimos en las manos cuando cruzamos la calle hasta el bar, cuando nos sentamos en la mesa y nos reímos, K nos dijo que no estábamos locas, que sólo eramos 2 pendejas tontas, que con esas ropitas nunca íbamos a llegar a ninguna parte, que eramos cobardes en el fondo... como todos, K nos mostró el infierno, pero nunca Dios dejo de estar de nuestra parte, no tenemos justicia, ni sabiduría, no tenemos perdón ni luz, sólo la furia ciega llena de llamas y voces apoteósicas, sólo cuando nos ponemos duras estamos un poco lejos, porque sentimos una como que angustia, que dura el siguiente saque, una opresión en el pecho, como si todo nos abandonara, K nos dijo que era normal, que no temiésemos. que sólo debíamos abrir los ojos, y eso hicimos, pero la angustia seguía ahí, y el ansia, el deseo frenético mientras todo giraba y K se reia de nuestro pelo gastado, de nuestra desnudez pendeja, de nuestro amor pendejo.
Cómo no odiarlo entonces, y desear que todo él fluyese por nuestras venas. a veces pienso que todo es un delirio, un sueño idiota, pero entonces veo mi mano manchada y la herida que me hicieron los dientes de K mientras lo atravesaba, recuerdo los ojos llorosos, la sangre en mi cuello. el dolor, el ansia aún frenética, por su boquita y sus ojos levemente cerrados, sentir que aún esta Dios entre nosotros.
Y esta de nuestra parte.

sábado, 25 de agosto de 2007

Little wings (II)

Pequeñas alas,
la negra tiene los labios negros,
del vino,
la lengua,
los ojos,
las manos,
el pelo
la piel.

La negra cree que nos vamos a ir al infierno,
ella fue a un colegio de monjas hasta que la echaron
cree que los ángeles tienen pequeñas alas
y revolotean como mariposas alrededor de nosotras
para cuidarnos.

Pero al parecer no les hacemos caso, hacemos como si fueran mosquitos
mientras la polera y la garganta se nos van tiñendo también de vino.
Pequeñas alas, me da risa lo que piensa la negra,
como cuando dijo que estaba enamorada del rucio ese
que lo único bueno que tenia eran esos azules que encandilaban de lejos.
Pequeñas alas.

Lloro durante una semana y no me hablo por otra cuando le dije que yo había sido,
que el pendejo la tenia chica, que no aguanto nada, que me pidió perdón, que lo único bueno que tenia eran esos azules que encandilaban de lejos.


Ella siempre quiere comprender, tiene esa moral incrustada que la obliga a cuestionarse sobre lo bien y lo mal, lo correcto, lo bello.... a veces pienso que estaría mejor sin ella, pero se me pasa luego, cuando veo su risa aun tierna, aun ingenua, ella sabe el camino desde el principio, conoce nuestro fin, la ultima puerta que hemos de cruzar, Gatico. Pero para eso falta mucho tiempo, y aunque sus ojos se tiñen cada vez más de ese extraño color negro, estoy segura de que me esperara hasta llegar a la puerta.

domingo, 12 de agosto de 2007

Estamos solas (I)

Lo sabemos, sólo nos quedan estas monedas en los bolsillos, los vasos en la mesa y los ojos vidriosos, que desean correr y romper las manos de la niña que nos mira como bichos raros. Sobre la mesa ya no hay cerveza le digo, estoy medio borracha, yo lo sé y ella lo sabe, en esos momentos no es una buena jugada mirarme con esos ojitos de asco con los que me miran sus grandes tetas enfundadas en esa polera apretada, yo sólo quiero otra botella, la negra igual, aunque ya me mira como con miedo, no llegaremos a la casa esta noche, soltamos las riendas y es temprano, pronto alguien nos mirara y sonreirá, yo le sonreiré de vuelta, cuchicheare con la negra y el tipo hará lo mismo con su amigo, nos preguntara si pueden sentarse con nosotras, yo les diré que sí, nos reiremos, hablaremos de lo idiota e inventaremos, cuatro mentes imaginando, diferente panfletos y futuros y pasados, no me importa si me dicen la verdad, no me importa si valen la pena, para ellos somos un juego pero no observan que para mi son lo mismo, la negra es más ingenua, se ríe de los chistes y a veces le dice verdades, aunque sabe que hay algunas inviolables.
Ellos pagan la siguiente cerveza, el sentimiento de macho alfa les exhala por la piel, se exhiben, siempre son más ingeniosos y dulces, e interesantes, graciosos pero siempre carentes de la jugada sincera, yo lo percibo en sus ojos y en su mano en mi espalda, en la forma de encender mi cigarro, pero no es algo malo, es algo oscuro solamente, poco sincero, pero ¿podemos en algún momento ser sinceros?.
Nos invitan a otro carrete, con otros amigos, la negra y yo aceptamos, no tenemos nada que perder y ellos mucho, llegamos a su casa y ellos sacan más vasos y más botellas, obviamente no había nadie, cuando descuido la vista la negra ya esta atracando con uno de ellos, el más alto; la negra siempre se deja llevar primero, y después la caliente soy yo, se deja besar y presiente las caricias del tipo, mientras yo y el otro nos quedamos mirándolos aturdidos, con esa excitación turbia que producen las imágenes groseras, cuando me pone la mano en la pierna y me empieza a besar, yo vuelvo a caer en esas imágenes religiosas que obligan a apretar su espalda y su chaleco.
A la mañana siguiente, estamos solas nuevamente. La negra y yo bajamos por la coviefi, ninguna con un buen gusto en la boca, ninguna con el alma llena, con el corazón lleno, con fe, como cuando K, ellos podrían decir que somos fáciles, regocijarse con sus amigos, entre el café y el centro, nosotras no podremos recomendarlos a nadie, sólo que las camas eran blandas, que sus billeteras estaban llenas, el refrigerador saciante, que ni chillaron cuando la negra los amordazo en la cama y les tapo los ojos, para dejar que yo como siempre hiciera los honores, un leve corte acá, un poco más profundo acá, sentir esa tibieza, sentir la humedad, cerrar la puerta.



(mezclar realidad con fantasía, la primera prueba del profe)