Ellos pagan la siguiente cerveza, el sentimiento de macho alfa les exhala por la piel, se exhiben, siempre son más ingeniosos y dulces, e interesantes, graciosos pero siempre carentes de la jugada sincera, yo lo percibo en sus ojos y en su mano en mi espalda, en la forma de encender mi cigarro, pero no es algo malo, es algo oscuro solamente, poco sincero, pero ¿podemos en algún momento ser sinceros?.
Nos invitan a otro carrete, con otros amigos, la negra y yo aceptamos, no tenemos nada que perder y ellos mucho, llegamos a su casa y ellos sacan más vasos y más botellas, obviamente no había nadie, cuando descuido la vista la negra ya esta atracando con uno de ellos, el más alto; la negra siempre se deja llevar primero, y después la caliente soy yo, se deja besar y presiente las caricias del tipo, mientras yo y el otro nos quedamos mirándolos aturdidos, con esa excitación turbia que producen las imágenes groseras, cuando me pone la mano en la pierna y me empieza a besar, yo vuelvo a caer en esas imágenes religiosas que obligan a apretar su espalda y su chaleco.
A la mañana siguiente, estamos solas nuevamente. La negra y yo bajamos por la coviefi, ninguna con un buen gusto en la boca, ninguna con el alma llena, con el corazón lleno, con fe, como cuando K, ellos podrían decir que somos fáciles, regocijarse con sus amigos, entre el café y el centro, nosotras no podremos recomendarlos a nadie, sólo que las camas eran blandas, que sus billeteras estaban llenas, el refrigerador saciante, que ni chillaron cuando la negra los amordazo en la cama y les tapo los ojos, para dejar que yo como siempre hiciera los honores, un leve corte acá, un poco más profundo acá, sentir esa tibieza, sentir la humedad, cerrar la puerta.
(mezclar realidad con fantasía, la primera prueba del profe)
3 comentarios:
muy buen texto, gabriela.
Me gusto tu texto.. te seguiré leyendo...
Saludos!!
hora de actualizar muchacha.
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